¿Qué movió a David a enfrentar a Goliat?

Hace unos días atrás empecé a ver una serie de televisión llamada “House of David.” La serie empieza con el rey Saúl enfrentando a los amalecitas. Si conoces bien la historia, recordarás que Saúl desobedeció a Dios al dejar algunos animales vivos para supuestamente sacrificarlos a Dios y por si eso no fuera todo, dejó a Agag—rey de los amalecitas—con vida cuando su deber era de eliminarlo. Es después de esto que Dios rechaza a Saúl y envía a Samuel que unja a David como nuevo rey de Israel. La seria entrelaza muy bien las personalidades y emociones de cada personaje y pinta a David como un chico perspicaz, sincero y humilde.
Es sorprendente como David de ser un sencillo pastor de ovejas termina enfrentándose a un temible gigante. Pero, te has alguna vez preguntado ¿qué realmente impulsó a David a querer enfrentarse a Goliat? Si vemos detenidamente, la biblia dice que David, después de haber sido ungido, fue a llevar unas provisiones a sus hermanos (1 Samuel 17:17). Fue allí donde David escucha la burla de Goliat contra los israelitas y contra Jehová.
En el desenlace de toda esta historia se desemboca esta épica batalla de un sencillo pastor contra una máquina de guerra. Claramente vemos que la mano de Dios estuvo con David y no lo dejó en vergüenza. Si nos fuésemos a guiar por lógica humana, David no tenía las de ganar, de hecho, su muerte era casi segura, y hubiese sido brutal y cruel. Para traerlo a nuestro contexto, las probabilidades que David ganara son como si el equipo nacional de fútbol de Argentina jugara un partido contra 11 niños y los niños ganaran 5 a 0.
Seguramente, David en su humanidad veía lo aterrador que sería la consecuencia de enfrentarse a Goliat. Es normal sentir pánico frente a situaciones que parecen irremediables o invencibles. De hecho, el mismo rey Saúl entró en pavor cuando vio al gigante. La biblia narra que Saúl se consternó al oír las amenazas del gigante (1 Samuel 17:10-11). Cuando un líder deja que sus oídos se nutran de amenazas, insultos y mentiras del enemigo, su corazón querrá entrar en modo de desesperación. Y cuando la desesperación entra, es mucho más difícil escuchar el susurro apacible del Espíritu de Dios.
Entonces, ¿qué llevó al joven pastor de ovejas a tener más coraje y determinación para enfrentarse al gigante que su mismo rey? Puedo resumir una larga respuesta con una sola palabra—convicción. A diferencia de Saúl, David sabía que esta batalla no se iba a ganar con fuerza humana, sino con influencia divina. Mientras Saúl buscaba a un hombre de la misma talla y fuerza de Goliat, Dios buscaba un corazón conforme al de Él.
David pudo ver lo que miles de hombres israelitas (incluyendo su rey) le fue imposible ver. Esto nos deja claro que Saúl y su ejército estaban espiritual, mental y físicamente derrotados por falta de convicción.
David ejercitó su convicción en tres fases. (1) Entendió que el Espíritu de Dios residía en él (1 Samuel 16:13). (2) Tuvo pasión y celo por Dios (1 Samuel 17:26). (3) Protagonizó y exaltó a Dios en medio de su pelea (1 Samuel 17:45-47).
David había sido ungido por Samuel, esto indicaba que el Espíritu de Dios ahora lo guiaba plenamente. David percibía una presencia sobre él que pesaba y ardía en su corazón. Era la convicción de que Dios estaba con él. Dios lo había sellado para su gloria y ésta pelea con Goliat sería fundamental para lo que Dios haría en él.
Ahora David camina con más determinación que nunca, no por sus propias fuerzas, sino por las que vienen de parte de Dios. La pasión y el celo de David emergen directamente del hecho de que Dios está con él. No por haber matado al león o al oso, sino por quien es Dios para él. Vemos claramente que David no dejó que un incircunciso propagara maldiciones sobre su pueblo y sobre su Dios. Este celo por Dios se generó en obediencia y sumisión. Fue este mismo celo por su Dios el cual impulsó a David a matar al gigante.
Por último, David sale a pelear contra uno que prontamente vería derribado. David lo hace no confiando en sus habilidades, sino en la fe que ha depositado en Dios. Sin vacilar, David profesa que matará al gigante, no para jactarse, sino para adorar a Dios y rendirle homenaje delante de sus enemigos. Su convicción lo lleva a proclamar al Dios de Israel como el verdadero Dios sobre todos los dioses. Los egipcios conocían del Dios de Israel y habían experimentado su magnificencia con las 10 plagas, pero los filisteos estaban a momentos de ver como Dios usaría a un obediente pastor de ovejas para derribar un ejército filisteo, empezando con su gigante paladín.
¿En qué o en quién confías? ¿En qué está puesta tu convicción? ¿Qué te motiva a seguir cuando las cosas no salen bien? En David encontramos un excelente ejemplo de un alto calibre de convicción para con su Dios. Hoy, nuestra convicción debe estar fuertemente entretejida con Cristo. En él podemos depositar toda nuestra confianza, todos nuestros anhelos, todos nuestros sueños, y por supuesto, también nuestros pesares. Mi convicción está puesta en aquel que se humilló hasta lo sumo y pagó el más alto precio para que tú y yo hoy tuviésemos vida, y vida en abundancia.

Excelente 🔥
Ayudame Señor a honrarte con todo lo que piense, diga y haga. Que mi convicion y entrega sean inquebrantables.
Amén, que el Señor por medio de su gracia y misericordia nos ayude siempre